Iniciadas las obras en los años finales del siglo XV, una vez instalada la influyente, dentro de la Corte Castellana, Familia Fonseca, se culminarán a principios del siglo XVI.
Tiene planta ligeramente irregular, debido a que se aprovecharon las paredes de la muralla defensiva de la villa en sus lados sur y oeste.
Dentro de esa planta, el Patio de Armas, otrora cubierto de coloridos azulejos y rodeado de columnas marmóreas que seguían los órdenes corintio y compuesto, según relato de Pascual Madoz en los años centrales del siglo XIX, y que fueron vendidas por el secretario del Duque de Berwick.
En su visita interior, no podemos dejar de admirar todas y cada una de las bóvedas, obras maestras de su diseñador, Alí Caro; variado repertorio de soluciones, de las cuales se dotó hasta la más humilde de las salas de guardia del castillo. Y en sus paredes, siguiendo la línea decorativa del Patio de armas, los geométricos, realizados en rojo, azul, blanco..., imitan la decoración de azulejos con la que la familia sorprendería al más ilustre de los visitantes.
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